martes, 29 de septiembre de 2009

Roman Polanski: ¿Excepción para un excepcional?


Publicado en La Tercera, 29 de septiembre de 2009

Es una ironía que el mismo chico que eludió con éxito la persecución nazi durante la guerra no haya podido escapar de la garra de la justicia norteamericana que lo atrapó el sábado pasado en Suiza, luego de haberla eludido por espacio de más de 30 años. La comunidad cinematográfica está furibunda y consternada. Tanto Polonia, su país de origen, como Francia, el de adopción, exigen a Estados Unidos trato especial para Roman Polanski, cineasta excepcional, maestro de títulos de horror incomparable, como El bebé de Rosemary, Chinatown o Perversa luna de hiel. Ha pasado mucho tiempo, dicen en medio mundo. El episodio de la violación de la chica de 13 años nunca fue del todo claro. No es descaminado pensar que la familia de la menor haya querido lucrar con el caso. Puede ser cierto, incluso, que el juez que llevó la causa haya roto estándares elementales de imparcialidad, como que llegó a jurar en algún momento que él se encargaría de que nunca más Polanski pudiera salir de la cárcel.

Pero, ¿tiene el artista, por el solo hecho de ser artista, privilegios o fueros que el resto de los mortales no tiene? ¿Deben exigírsele los mismos estándares de conducta al genio que al lustrabotas o al empleado particular?

La verdad es que estas preguntas no solo son impertinentes. Son también una afrenta al concepto de igualdad ante la ley.
En Disparos sobre Broadway, de Woody Allen, alguien decía con cierto cinismo que todo artista creaba su propio universo moral. De acuerdo, pero eso no lo puede salvar de los delitos que cometa ni de sus infracciones del tránsito. El artista, que en su obra juega a ser Dios por un rato, compadeciendo al verdugo, perdonando al bellaco o entendiendo al traidor, no puede aspirar a un estatus ético o legal distinto al de los demás mortales.

No deja de ser revelador que esta época, no obstante -dicen- haber salido más o menos airosa en el desafío de medir con la misma vara a ciudadanos comunes y a dictadores, deba enfrentar ahora la protesta de artistas e intelectuales que en el fondo aspiran a un tratamiento especial. Las airadas declaraciones de la gente del mundo del cine por la detención de Polanski apestan a superioridad y discriminación. No se atreven a decirlo así, pero los campeones de la igualdad asumen que "nosotros somos distintos".

Si en el mundo del cine se pensaba que los peores errores de Polanski habían sido filmar leseras como What? o La última puerta, hoy la evidencia va por otro lado: el peor error fue arrancarse de Estados Unidos. Ahora tendrá el realizador que dar la cara. Y aunque sea tarde, le corresponde afrontar.

Por el talento que tiene y por los tremendos aportes que hizo y podría seguir haciendo al fondo común de la humanidad, ojalá le vaya bien.

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